naranja!?
Al pensar en
el cielo nocturno todos vemos un cielo de color negro. Que el cielo nocturno es negro es una
convención. Como que el mar es azul y el Sol Amarillo, que tampoco pero bueno, todo el mundo lo
sabe. Pero tristemente el cielo ha
dejado de ser negro, al menos en los territorios “desarrollados”.
El exceso de iluminación artificial de las
urbes está provocando esta esperpéntica coloración
que devora un paisaje ya velado para las generaciones futuras. Es innegable,
que cada vez resulta más difícil encontrar un cielo apartado de la
contaminación lumínica, una contaminación que afecta a la biodiversidad del planeta. La fauna nocturna precisa de la oscuridad
para mantener su equilibrio. La flora se ve afectada por el comportamiento de
los insectos cuyos hábitos sufren alteraciones. El plancton marino, base de la
cadena alimenticia, también sufre alteraciones y las aves desorientadas por las
luces pierden el rumbo en las migraciones.
Para algunos estas fotografías pueden resultar fascinantes. Puede que les llame la atención el contraste
anaranjado y la imponente presencia de la Vía Láctea. Pero éstas no dejan de ser un ejemplo de
agresión. Nada como un cielo bien negro
para fotografiar el paisaje celeste.
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