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El Cerro del Hierro a la luz de la Luna

En una de esas interminables tardes de junio me desplacé hasta el Cerro del Hierro con el afán de cumplir un propósito, fotografiar el cerro bajo la luz de la Luna. A las doce de la noche me encontraba de nuevo, casi un año después, en el mirador principal al gran hueco de la mina. Pero una Luna, lenta, gibosa creciente, me proporcionaba una luz desmesurada para mi tarea. El cielo, velado en un azul intenso había perdido su oscuridad y a medida que pasaban los minutos la claridad se abría paso entre las sombras. Tenía mucho tiempo, varias horas antes de que la Luna despareciera por el horizonte, así que me puse a andar.

Cerro del Hierro. Mirador


La luz de la linterna se hizo superflua y anduve por el sendero que rodea el gran agujero hasta alcanzar las faldas del cerro.  Allí, una cadena que cae a la altura de los tobillos de la que cuelga un cartel en el que puede leerse algo así como “sendero cortado, desprendimientos” le hace a uno pensar. A partir de aquí el sendero se hace más sinuoso. Noté que ascendía por una pequeña cuesta y la oscuridad me rodeo. Me adentraba en las entrañas del cerro.

A la luz de la Luna
 
Haciendo uso de la linterna terminé el ascenso e iluminé las paredes de roca a mi alrededor, miré arriba los picos iluminados y respiré, luego me volví. ¿Han paseado alguna vez siendo su única fuente de luz la que irradia la luna?  Les aseguro que la vista era excepcional, sumido en la oscuridad, más allá podía ver, y con claridad, el paisaje abrupto y extraño. 
Encaré de nuevo mi camino con la vista puesta en la negrura espesa símbolo de una frontera, el Túnel. Me paré y me pregunté si sería capaz de llegar al otro lado. Di un paso más y luego otro y sin darme cuenta el túnel encogió y pude atravesarlo en dos zancadas. De nuevo hubo claridad y una gran planicie se extendía hasta bien lejos. Aunque a mi derecha tenía otro abismo negro y profundo, es lo que se hace llamar la cueva del ocre.  Planté mi trípode e hice fotos.
 
Vía Láctea sobre la Cueva del Ocre
 
El resto del sendero se me antojó demasiado peligroso para continuar. Me di por satisfecho y en una extraña prisa deshice mis pasos de nuevo por el túnel y la cuesta hasta la cadena. Pasé la casetilla en ruinas y una sensación de alivio me invadió al alcanzar el banco al principio del camino, esta vez de vuelta. Allí tomé aliento y más fotos.
 
Cerro del Hierro. Las agujas
 
Aún la luna brillaba en el cielo, próxima a su ocaso, cuando abandonaba el Cerro del Hierro de vuelta a la ciudad.
 
Cerro del Hierro.
Junio 2014
 
 

 

 

 

 

 

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